Mientras tanto mis tías afirmaban que con mi facilidad para el dibujo sería un buen arquitecto, pero yo estaba convencido que lo mío era la psicología, tal vez no estaba tan equivocado, necesitaba un psicólogo.
Tuve la suerte de que en el último año de secundaria me llevé química y matemáticas, esto impidió mi traslado a San Luis donde estaba la facultad de psicología.
Entonces mi madre tuvo la brillante idea de que mientras tanto, para no” perder el tiempo”, fuera a bellas artes, y eso hice, pero esa es otra historia.
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