El 24 de marzo del 76 un grupo comando de la policía fue a buscarlo a su casa en las sierras de Córdoba. Se lo llevaron en un falcon verde, lo asesinaron y dejaron el cadaver abandonado en un pozo en el campo.
Se llamó Alberto Burnichón, un tipo valioso que los chacales no pudieron extirpar de nuestra memoria.
5 comentarios:
aunque hay mucha gente actualmente que parece dispuesta no se si a extirpara
pero sí llenarla de rivotril
están muy activos ultimamente estos
tipos
aunque más parecen gestos patéyticos
no hay que descuidarse
saludos
gran post!
hermosa esta historia Luis...
triste y hermosa historia, parece un cuento que lamentablemente no lo es....
MUY BUENOS DIBUJOS
¿ De que tendrán miedo los asesinos para cometer actos tan atroces ? ¿ de la vida ? ¿ de la libertad ?
Creo que es simplemente miedo,
miedo a nuestra propia libertad. Es muy comodo vivir con ataduras, aunque suene incongruente, hay que tener muchisimo valor para vivir AUTENTICAMENTE libre.
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