Corrían los años 70, yo exponía mis dibujos en una galería en Mendoza cuando un día apareció una persona que quería conocerme, se llamaba Alberto Burnichón, gastaba algunas décadas mas que yo, usaba una barba candado, el pelo ensortijado y canoso, siempre colgaba de su cuello una cámara fotográfica y llevaba un portafolio negro cargado de libros.
5.10.10
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2 comentarios:
pasé a releerlo
abrazo
ES UNA HISTORIA ESTUPENDA!!!UN BS MAESTRO
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