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15.5.15

VENUS DE VISTALBA


Mientras tallaba esta Venus en Vistalba, lentamente aparecía la imagen que durante años estuvo guardada en esta viga de pinotea. Tal vez, durante años sostuvo el techo de una bodega, ignorando su destino de futura Venus. Probablemente tenga mas de cien años.
Me la regaló mi amiga la escultora Eliana Molinelli, estaba en su jardín pero ella ya no la usaría, y con el entusiasmo que la desbordaba, una mañana me ayudó a cargarla en mi auto.
Eliana no alcanzó a ver lo que pude sacar de esa madera,siguió su viaje y  me quedé sin saber su veredicto.
 c'est la vie.

31.8.10

Justine

Por lo que a mi respecta, no soy ni feliz ni desdichado; vivo en suspenso como un cabello o una pluma en la amalgama nebulosa de mis recuerdos. He hablado de la inutilidad del arte, pero no he dicho la verdad sobre el consuelo que procura. El solaz que me da este trabajo de la cabeza y del corazón, reside en que solo aquí, en el silencio del pintor o del escritor, puede recrearse la realidad, ordenarse nuevamente, mostrar su sentido profundo.

Nuestros actos cotidianos son en realidad la arpillera que oculta la tela laminada de oro, el significado del diseño. Por medio del arte logramos una feliz transacción con todo lo que nos hiere o vence en la vida cotidiana, no para escapar del destino, como trata de hacerlo el hombre ordinario, sino para cumplirlo en todas sus posibilidades: las imaginarias. Si no, ¿por qué habríamos de herirnos unos a otros?


No, la paz que busco y que quizá me sea concedida, no la encontraré jamás en los ojos de Melissa, brillantes de cariño, ni en las sombrías pupilas de Justine. Ahora cada uno de nosotros ha tomado un camino distinto, pero en esta primera gran ruptura de mi madurez siento que su recuerdo dilata prodigiosamente los límites de mi arte y de mi vida. Por el pensamiento los alcanzo de nuevo, como si sólo aquí, en esta mesa de madera, frente al mar, a la sombra de un olivo, sólo aquí pudiera enriquecerlos como lo merecen. Así, en el sabor de éstas páginas habrá algo de sus modelos vivientes –su aliento, su piel, sus voces- que irá entretejido en la trama flexible de la memoria de los hombres. Quiero que vivan otra vez hasta alcanzar el punto en que el dolor se transmuta en arte… quizá sea una tentativa inútil, no sé. Pero debo intentarlo.
Lawrence Durrell
Justine (El cuarteto de Alejandría)
Editorial Sudamericana

15.12.08

Manual del pequeño escultor




Hacer una talla me lleva una buena porción de meses, a veces años, no importa, tengo todo el tiempo del mundo.
Lo hago casi como un ejercicio, me limpio de todas las tensiones que genera dibujar.
Paso horas golpeando la madera, hasta que se me adormecen los brazos, pero es un placer inmenso.







Aunque en Bellas Artes estudié escultura, recién me reencontré con ella al arribar al medio siglo. Nunca es tarde, mientras estamos vivos nacemos muchas veces, no lo olvides.
Un día le mostré mi primer talla terminada a mi viejo maestro Páez (es la del torso blanco) la miró un rato en silencio y me dijo con asombro:-¡Pensar que cuando la empezaste yo no daba dos mangos!.