-Una Venus- fue la respuesta que improvisé.- ¿Te animás a posar?
Lo que comenzó como una broma terminó sucediendo, me pasa muchas veces, a la semana siguiente yo estaba desbastando la madera mientras ella posaba desnuda bajo el sauce.
Solo vivimos para el instante en que admiramos el esplendor del claro de luna, la nieve, la flor del cerezo y las hojas multicolores del arce. Gozamos del día excitados por el vino, sin que nos desilusione la pobreza mirándonos fijamente a los ojos. Nos dejamos llevar- como una calabaza arrastrada por la corriente del río- sin perder el ánimo ni por un instante, esto es lo que se llama el mundo que fluye, el mundo pasajero.
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