Todo empezó cuando mi amiga la escultora Eliana Molinelli me regaló un bloque de pinotea de grandes dimensiones que estaba abandonado en su taller.
Probablemente habría sido la cabreada de alguna antigua bodega, seguramente era centenario.
Lo deposité bajo un sauce en mi refugio de Vistalba, y dejé que mi imaginación buscara que podría salir de allí.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario