Es un trabajo que requiere paciencia y concentración, observo, mido comparo.
Si hago una cabeza, miro las que me rodean como si jamás las hubiera visto, soy un extraterrestre.
Pasan los días y apenas avanzo, el tiempo es parte del trabajo.
Solo vivimos para el instante en que admiramos el esplendor del claro de luna, la nieve, la flor del cerezo y las hojas multicolores del arce. Gozamos del día excitados por el vino, sin que nos desilusione la pobreza mirándonos fijamente a los ojos. Nos dejamos llevar- como una calabaza arrastrada por la corriente del río- sin perder el ánimo ni por un instante, esto es lo que se llama el mundo que fluye, el mundo pasajero.