Memoria y balance

Este año que termina siento que en lo personal fue muy bueno, ¿qué hace que un año sea bueno o malo?
Tal vez es el lugar desde donde lo recordamos. Por ejemplo el 2003 lo archivo en la memoria como un año difícil, sin embargo me sucedieron muchas cosas buenas.
Probablemente lo malo, es la percepción que surge de uno, un suceso puede teñir el resto.
Creo que hoy comprendo muchas mas cosas que ayer, pero, ¿será así?
Me veo en perspectiva moviéndome en este ser inconciente, siempre equivocado en que transcurro .Tanteando como un ciego, imaginando cosas que no existen, creyendo ser quien no soy.
Hasta este instante, está certeza que hoy creo ser y que probablemente mañana negaré.
Nuestras rémoras son los deseos, las cosas que creemos poseer, los miedos, el futuro.
Todo nos aleja de nuestro genuino ser.
Habría que pararse en la intemperie, como un pájaro. Ser eso solamente un pájaro inmerso en el sol o la lluvia, sin ese límite ilusorio de afuera y adentro, sin cálculos ni historia.
Soy esto que tose, estas manos sobre el teclado de la note book , soy estos vidrios a través de los cuales miro, soy estos pensamientos que me circulan, soy este gusto ácido en la boca, el sonido de las hojas que se mueven o esos pibes que gritan lejos.
Soy el mundo que fluye.

Felisberto Hernandez

Tinta, la revista de los dibujantes solitarios. Así se llamó. La piloteaba el talentoso Sergio Kern. Apareció a fines de los setenta, en Rosario. En sus filas estaban el negro Fontanarrosa, Crist, Quique Fenner, Jorge Varlotta y otros.

Ahí publicaron esta historieta “Muebles el canario” basada en un cuento de Felisberto Hernandez.
La resolví casi como si hiciera cine. Eso lo había aprendido de mis admirados Frank Robbins, Hugo Pratt, y el viejo Breccia.
Pensá que esto sucedió hace tanto tiempo que vos ni las computadoras habían nacido, pero si había fotocopiadoras, instrumento que en este caso usé.

Felisberto Hernandez era un escritor singular.
Podría ser un personaje de Robert Crumb. Nació en Montevideo y pasó su vida dando conciertos de piano en pueblos de provincia para poder subsistir.
En muchos de sus cuentos el protagonista es él mismo haciendo de músico.
Cada uno de sus relatos nos introduce en un mundo extraño, casi onírico, todo contado con cierto humor.

Gracias a la publicación de estos dibujos, conocí a un sobrino y a la hermana de Felisberto, gente muy cordial. Una noche me invitaron a comer, recuerdo que en el piso de abajo, vecino a ellos, había un club griego y toda la velada transcurrió con esa música de fondo.

La hermana, una señora muy jocosa, me contó muchas historias, la mayoría referidas al gran sentido del humor de Felisberto a quien le gustaba gastar bromas muy pesadas.
-Cuando murió- me dijo- no sé que pasó que no podíamos sacar el ataúd por la puerta, tuvimos que hacerlo por la ventana, es otra broma de Felisberto, yo pensaba.

Wendy Tilby

Este video es de la canadiense Wendy Tilby, realmente extraordinario, tiene poesía, inteligencia y todo eso que tanto necesitamos. Me dejó pensando un rato largo. No te lo pierdas.

Autorretrato

Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo, a lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas.
Poco antes de morir descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.

Este poema de Jorge Luis Borges nos señala que todo lo que hacemos nos representa.
Y qué más cuando el objetivo es precisamente ese: representarnos, cuando el modelo que dibujo es mi propia imagen.

En la historia de las artes visuales el autorretrato siempre estuvo presente, Michelángelo dejo su piel en la Sixtina. Qué decir de Rembrandt que registró toda su vida, desde muy joven y risueño al anciano atormentado del final. Es la historia de la carne humana que envejece.

En el arte contemporáneo los autorretratos de Lucian Freud son magistrales, laten.
Es que estar presente en lo que hacemos es un trabajo arduo. Estamos entrenados para la ausencia, no estamos donde estamos, no vivimos acá y ahora.

Siempre vuelvo al autorretrato, me estudio minuciosamente frente al espejo, mido y comparo cada detalle, nunca soy el mismo.
En mis cuadernos queda la huella de ese transcurrir. Ahora me estoy volviendo viejo, se llena de pelos el cerebro y te salen por las orejas, finalmente, cuando te crecen pelos en el cuore, te morís.

Cuadernos

Estos dibujos son inéditos, llevan algunos años encerrados en un cuaderno. Cuando los hice no pensé en la posibilidad de publicarlos (no existía el blog). ¿Porqué los hice? esa respuesta no la tengo, solo sé que mientras los hago siento un gran placer, puede ser como nadar en un lago un día de verano.

Siempre hay cerca de mí alguno de estos cuadernos donde dibujo con lo que tengo a mano, un lápiz, una birome, poco importa.
Es probable que nunca los muestre y eso también incide en lo que dibujo, es una cuota de libertad que me ayuda a disfrutar.
Después de algunas horas de esto me siento aliviado, hasta contento, es como si hubiera hecho lo que tenía que hacer.

Visita guiada.

Este es mi taller en Buenos Aires, un lugar donde paso gran parte del día.
A veces es un vivo kilombo, pero me gusta. Mi mesa de dibujo es el ojo de la tormenta, cuando estoy en pleno trabajo algunos objetos (lápices, cortantes, gomas, tijeras) desaparecen como si hubieran entrado en un agujero negro hasta que un día decido poner orden y los reencuentro.

Manual del pequeño ilustrador

Cuando un buen carpintero hace una silla, trabaja con la conciencia de que ese objeto sirva para sentarse y estar cómodo. Por lo tanto las proporciones deben ser las justas, los engarces firmes, la madera pulida. No tendrá ni más ni menos que lo necesario. Por añadidura la silla será bella

Un sentimiento semejante alienta mi propio trabajo. Una imagen debe poseer lo justo para transmitir aquello que quiero apresar. Quizás esa es la razón de insistir tantas veces hasta encontrar una curva con la tensión exacta, congelar el fugaz desequilibrio de una forma en movimiento, dejar que el azar respire a través de suntuosas manchas o figuras que se arman solas convocadas por un enredo de líneas.

Aunque en su mayor parte de lo que llamo mi obra gráfica, los hice respondiendo a un encargo: ilustrar un cuento, un poema, una nota periodística, etc., poseen un discurso propio al margen del contexto donde fueron publicados.

El tema es una excusa para dibujar, aunque misteriosamente al cabo de algunos años descubro que hay ideas que dan vueltas, apareciendo una y otra vez como solitarios cometas.

He visto muchísimos dibujos de muchos dibujantes, contemporáneos o de épocas pasadas, vecinos o de tierras lejanas. He dialogado con ellos en esa extraña lengua.
Cada uno, con su impronta particular, me reitera que como ellos, soy un nuevo ensayo, singular y único, en que la naturaleza se manifiesta. Ni mejores ni peores, mis dibujos son un intento por revelar algo de todo lo que siento ante esto que llamamos vida.
La empresa puede parecer desmesurada, pero no creo que sea diferente a la del carpintero del principio.