Varios días duró mi desconcierto: cómo había llegado esa página hasta mi puerta. Soy tan distraído que ante la duda, me acuso: yo tenía aquella hoja entre mis papeles, sin saberlo y de algún modo misterioso había ido a parar a la calle. Pero la respuesta no me convencía, porque estaba seguro de no haber visto nunca ese dibujo.
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