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31.8.10

No, la paz que busco y que quizá me sea concedida, no la encontraré jamás en los ojos de Melissa, brillantes de cariño, ni en las sombrías pupilas de Justine. Ahora cada uno de nosotros ha tomado un camino distinto, pero en esta primera gran ruptura de mi madurez siento que su recuerdo dilata prodigiosamente los límites de mi arte y de mi vida. Por el pensamiento los alcanzo de nuevo, como si sólo aquí, en esta mesa de madera, frente al mar, a la sombra de un olivo, sólo aquí pudiera enriquecerlos como lo merecen. Así, en el sabor de éstas páginas habrá algo de sus modelos vivientes –su aliento, su piel, sus voces- que irá entretejido en la trama flexible de la memoria de los hombres. Quiero que vivan otra vez hasta alcanzar el punto en que el dolor se transmuta en arte… quizá sea una tentativa inútil, no sé. Pero debo intentarlo.
Lawrence Durrell
Justine (El cuarteto de Alejandría)
Editorial Sudamericana

4 comentarios:

sonoio dijo...

estas obras me recuerdan a ducmelic, quizás el que me deidió a dedicarme al arte plástico...aunque ya estaba muerto

saludos

luis scafati dijo...

Zdravko Ducmelic fue uno de mis maestros, puedo verlo en la memoria charlar con un cigarrillo en la mano, nos revelaba lo artístico...pienso ahora que probablemente le gustaran mis tallas en madera, están hechas con el cuore y un formón.

sonoio dijo...

supuse que habría sido uno de tús maestros, en alguna ocasión tal vez podamos conversar, sobretodo escucharte...
a propósito de durrel
es notable la búsqueda denodada por la vitalidad que llevó a cabo en el centro de ese nihilismo occidental, y digo de ese
porque dejo afuera a los americanos,
aunque occidente sea formativo en nuestar esencia mestiza

lucia davison dijo...

master amo sus esculturas!!!!quiero una...un beso