Floto a la deriva en esa hora incierta en que la noche y el día se confunden.
Dos mesas más allá tres mujeres jóvenes sueltan risas amordazadas, cerca de ellas un tipo dibuja círculos en el aire con la mano izquierda mientras habla por teléfono, atrás mío un celular desencadena una catástrofe de ruidos. Un vendedor pasa furtivo y deja un juego de lapiceras en mi mesa y repite el gesto en las otras mesas, es invisible, nadie lo ve.
Colgado en una esquina un televisor hipnotiza a una pareja que bosteza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario