A todos aquellos interesados en vender su alma al diablo les advierto que lean detenidamente la letra chica. Estos contratos suelen traer una colección de sorpresas desagradables, y cuando nos damos cuenta es tarde, estamos en el horno.
El alma, según se sabe pesa 21 gramos, que pueden significar esos gramos, piensa el burguesito ansioso , ¡menos que un dedo meñique! y sin pensarlo dos veces firma, a propósito de firma, estoy cansado de explicar que la cruz que lleva mi firma al final, sobre la i está a modo de punto, por lo tanto no busquen explicaciones esotéricas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario