Ella abre la puerta y recorre con la mirada cada mesa hasta que me ve.
-¿hace mucho que llegaste?- se saca el tapado y se sienta, el mozo, como un autómata, se acerca con una carta en la mano y una sonrisa postiza.
-Quiero un café chico y una medialuna de manteca.- dice expeditiva sin mirar la carta.
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