La respuesta preferida de Guteis a cualquier pregunta que se le formulaba, consistía en alzar su dedo.
Su pequeño siervo o criado le imitaba, y siempre que este era interrogado por extraños o forasteros acerca de la doctrina del maestro, acostumbraba levantar uno de sus dedos.
Cuando el maestro se apercibió de esto, hizo llamar un día a aquél y le cortó el dedo.
El criado trató de imitar al maestro, según su costumbre, pero el dedo ya no seguía estando en su lugar, y de repente se reveló el sentido de todo. Imitación equivale a esclavitud. Nunca se deberá seguir la letra, solo el sentido es lo que habrá que aprehender. La afirmación superior vive en el espíritu. ¿Y dónde habita el espíritu?
Buscadlo en vuestra experiencia cotidiana; ésta os brinda pruebas en abundancia para todas vuestras necesidades.
Introducción al Budismo Zen.
Daisetz Teitaro Suzuki
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1 comentario:
Menos mal que era el dedo...
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