Entonces el pibe se paraba en la cornisa y contemplaba desde el piso 25 la ciudad a sus pies, la gente caminando como hormigas, después abría los brazos y se largaba.
Siempre algo fallaba, “imponderables” decía Suárez compungido.
Fueron diecisiete que se hicieron mierda contra el piso. Finalmente un día a Suárez lo encerraron, le dieron como 20 años por inducir al suicidio.
Ahora en el penal les enseña a atravesar la materia. ¡Un maestro Suárez!
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