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No sé si el oro es mas fuerte que el bronce
pero si veo bronce veo estatuas ardiendo,
antiguos llamadores de acogedoras manos,
y, sobre todo, veo a mi abuelo, de bronce.
No era de bronce, no, era de avena tibia,
de tabaquera tierna, de leche y pan al alba,
de mata de clavel, de lento ajenjo,
pero tan poderoso como un lirio de bronce,
y pues con el, de niño, caminé por las Dársenas,
y en los grandes mítines fui el grito mas pequeño,
mi vida es una serie de adioses y de barcos
y me gusta estar siempre donde están los obreros.
¿Cómo amo los dorados objetos, la vidriera
mágica de la Antigua Broncería de Snockel!
porque me lo recuerdan con su overall manchado
y con su corazón de cordero de bronce.
Para morir un día se acostó. Este taller
no ha cambiado, la calle, el afiche, la escuela,
y esos hombres azules, inclinados-oh ángeles-
en el torno, y con las pesadas como el bronce.
Yo le vi alguna vez desde la calle. Estaba
trabajando en el torno ¡hermoso viejo mio!
Sufría y esperaba, como esos que aún quedan.
Y todo me lo dijo, sin decírmelo nunca.
Raúl Gonzáles Tuñón
1 comentario:
very good blog, congratulations
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thank you
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