El ritmo de los trazos, arrojados con un impulso sobre el papel o esbozados con una ajustada precisión, varía de manera oscura e inexplicable, dándole así al dibujo esa marca única que nosotros sentimos como “personal”.Igual que en la escritura manuscrita, podemos decir aquí: cada mano que dibuja tiene su ritmo. En consecuencia, el ritmo ya tiene sus raíces en el don, y, la práctica, no hará mas que enriquecerlo en una u otra medida, hacerlo más flexible o más rígido, llegando a veces a crear un estilo. Como el pulso del hombre, el ritmo revela al iniciado muchas de las cualidades del alma del artista, porque encontramos también en él la secreta fuerza de atracción que empuja una hacia otra de las almas emparentadas. Las numerosas impresiones que han motivado todos los proyectos pasados del artista han dejado su huella en esa “escritura manuscrita”. El espectador lo presiente y su interés por la obra va en aumento.
Alfred Kubin
“El trabajo del dibujante”
Maldoror ediciones,2005
7.3.09
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2 comentarios:
Che, increible coincidencia, justo acabo de terminar de leer este librito! ME cague de risa cuando cuenta que solo podia dibujar detras de los mapas que le habia regalado su viejo.
Abrazo.
Si, grande el Kubin, hace unos años podría haber sido un guia de la transvanguardia.
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