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Solo vivimos para el instante en que admiramos el esplendor del claro de luna, la nieve, la flor del cerezo y las hojas multicolores del arce. Gozamos del día excitados por el vino, sin que nos desilusione la pobreza mirándonos fijamente a los ojos. Nos dejamos llevar- como una calabaza arrastrada por la corriente del río- sin perder el ánimo ni por un instante, esto es lo que se llama el mundo que fluye, el mundo pasajero.
1 comentario:
Alguna vez voy a tener el Drácula, sí, sí... Por ahora lo vi de prestado -es una maravilla.
Le mando saludos (soy la que pasó de visita una tarde, en su casa de Mendoza, la de la nota Sergi).
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