Siempre he tenido la sensación de que Tolouse Lautrec era mi hermano y mi amigo.
Tal vez porque Lautrec intuyó, antes de la invención de los hermanos Lumiere, el encuadre y la síntesis del cine, pero probablemente también debido a la atracción que el pintor siempre sintió por los seres desvalidos y despreciados, por los que la gente decente llaman viciosos.