El color infernal de algunas pasiones, una antigua ternura.
Los faltos de algo, de todo, al sol negro de sus deseos elementales, excesivos, no cumplidos.
Alguien canta una canción del color del nacimiento: por el
estribillo pasa la loca con su corona plateada. Le arrojan
piedras. Yo no miro nunca en el interior de los cantos. Siempre,
en el fondo, hay una reina muerta.
La canción desesperada no deja decirse.
la materia verbal errante no cesa de emanar del
centro que no es centro, del mareo de las flores
auríferas imbuidas del oro de los buscadores de oro.
Alejandra Pizarnik
Copiado de pequeña hoja suelta manuscrita
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