Cuando alguna vecina exclama “Dios mío” el se da vuelta creyendo que lo llaman.
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Solo vivimos para el instante en que admiramos el esplendor del claro de luna, la nieve, la flor del cerezo y las hojas multicolores del arce. Gozamos del día excitados por el vino, sin que nos desilusione la pobreza mirándonos fijamente a los ojos. Nos dejamos llevar- como una calabaza arrastrada por la corriente del río- sin perder el ánimo ni por un instante, esto es lo que se llama el mundo que fluye, el mundo pasajero.
6 comentarios:
Lo sabia era (El) solo (EL)
Je, je ¡Maravilloso como siempre!
Hace tiempo no dejaba nada, talvez me recuerdes:
un saludo desde México,
Myriam
Luis solo quiero agradecerle, su trabajo es una gran fuente de inspiracion para mi,admiro su obra profundamente... Saludos.
Tamia, yo sabía que lo sabías pero igual lo publiqué.
Hola Yael te habías perdido, gracias a Dios volviste!
Ariel, un abrazo.
Buenísimo esto Luis, pero yo creo que a la vuelta de mi casa hay un viejito que hace lo mismo, ¿será por eso de que Dios está en todas partes?
Puede ser el tema de la ubicuidad.
Aunque también dicen que está en todas partes pero atiende en Buenos Aires.
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