Cuando leí la novela DRÁCULA de Bram Stocker
pensé en la posibilidad de hacer mi
propia versión de este relato gótico, oscuro y misterioso.
Comencé a dibujar y escribir de manera
anárquica, dejaba que salieran cosas en las páginas de mis cuadernos, aparecieron castillos, bellas mujeres, animales impuros y textos que
intentaban modelar la historia.
Cuando nos metemos con el alma en un proyecto,
suceden encuentros que tienen que ver con eso que ocupa nuestro tiempo creativo,
es como que se arma una constelación que atrae a su centro eso que necesitamos.
Una noche soñé un vampiro, era un monje vestido
con algo parecido al traje de ciertos obispos, tenía alas como un murciélago. Modelé
esa imagen con resina y papel maché, después la usé de modelo. Dibujaba sobre
papel Fabriano , con tinta, pluma,
pinceles, aguadas, carbón, collage, transfer y algunas texturas que hacía con
un rodillo de grabado.
Dibujaba de noche, muchas veces a la luz de
unos antiguos candelabros que daban un
clima especial que me ayudaba a convocar imágenes.
Algunas
noches sentía en mi estudio inquietantes presencias. Así pasó más de un año, me
volví huraño y taciturno.
Junté más de setenta dibujos, parte de los
cuales integran hoy la novela gráfica que editó el Zorro Rojo en España, hay
una versión inglesa, una checa y una brasilera.
La edición española se agotó y hace muy poco
el Zorro Rojo lo reeditó nuevamente, en
una muy cuidada publicación con tapa dura entelada, (algunos ejemplares
especiales tienen gotas de sangre del
autor) un lujo asiático que podrías pensar como regalo de navidad.