Estos dibujos pertenecen a una serie que
realicé sobre un tema que nos duele, las Madres de la Plaza. Esas mujeres que durante
años se reúnen todos los jueves en su peregrinación, fueron perseguidas,
asesinadas, traicionadas, pero continúan su gesta.
Hoy son un símbolo.
Creo que un artista es una
caja de resonancia, de las circunstancias que le tocan vivir. Al menos esto es
lo que me pasa.
Mi instrumento
es el dibujo, aunque a veces siento que el instrumento soy yo.
Cuando realizaba estos dibujos no podía dejar
de pensar en la Piedad,
en Kathe Kollwitz en mi propia madre…
Se que es un tema duro, doloroso, pero pienso
que necesitamos limpiarnos de todo ese pasado, sacándolo a la luz. Casi como una medicina, un mantra
que nos alivia.
Imágenes que, nos guste o no, pertenecen al
tiempo que nos toca compartir.
Durante siglos hemos visto la imagen de un joven
crucificado, salvajemente herido y torturado, hasta transformarla en un
símbolo, la cruz.