El dedo índice de mi mano izquierda todavía guarda una cicatriz.
Como la foto atestigua, por esos días me hice un corte con un cortaplumas.
Miro el planisferio detrás , el globo terráqueo al costado, y ese cuadrito apoyado levemente en el respaldo de la silla, el tintero, la pluma en mi mano de dibujante en ciernes. Escenografía absurda.
Si prestás atención se escucha el disco (siempre rayado) con la marcha de San Lorenzo. Todo mezclado. La realidad, la fantasía y este instante…ahí estuve, en ese lugar, en ese pibe casi un púber.
Somos pasajeros de un extraño viaje.
A medida que crecemos pasamos por seres, por circunstancias, por lugares, por historias, por amores y pasiones. Cet la vie.