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5.10.10

El 24 de marzo del 76 un grupo comando de la policía fue a buscarlo a su casa en las sierras de Córdoba. Se lo llevaron en un falcon verde, lo asesinaron y dejaron el cadaver abandonado en un pozo en el campo.
Se llamó Alberto Burnichón, un tipo valioso que los chacales no pudieron extirpar de nuestra memoria.


5 comentarios:

sonoio dijo...

aunque hay mucha gente actualmente que parece dispuesta no se si a extirpara
pero sí llenarla de rivotril

están muy activos ultimamente estos
tipos
aunque más parecen gestos patéyticos
no hay que descuidarse


saludos

gran post!

CapoCosmico dijo...

hermosa esta historia Luis...

Luciano dijo...

triste y hermosa historia, parece un cuento que lamentablemente no lo es....

lucia davison dijo...

MUY BUENOS DIBUJOS

Anónimo dijo...

¿ De que tendrán miedo los asesinos para cometer actos tan atroces ? ¿ de la vida ? ¿ de la libertad ?
Creo que es simplemente miedo,
miedo a nuestra propia libertad. Es muy comodo vivir con ataduras, aunque suene incongruente, hay que tener muchisimo valor para vivir AUTENTICAMENTE libre.