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3.8.11

En los barrios de mi ciudad natal algunas casas son macizas, con puertas y ventanas que nunca se abren porque son simulacros.

Cuando de noche camino por sus calles, toda la tristeza del mundo se amontona como las hojas del otoño, siento nostalgia por el paraíso perdido, por los amigos que se fueron, por algún cuaderno olvidado, por la voz de mi vieja.


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