Aunque dispares, el conjunto está atravesado por el espíritu de tan particular modelo.
Con su obra Franz Kafka nos reveló un mundo, paradójicamente ese mundo cada día se hace mas real. “La naturaleza imita al arte.” decía Wilde.

Solo vivimos para el instante en que admiramos el esplendor del claro de luna, la nieve, la flor del cerezo y las hojas multicolores del arce. Gozamos del día excitados por el vino, sin que nos desilusione la pobreza mirándonos fijamente a los ojos. Nos dejamos llevar- como una calabaza arrastrada por la corriente del río- sin perder el ánimo ni por un instante, esto es lo que se llama el mundo que fluye, el mundo pasajero.
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